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La peseta circula en Gorbea

En esta época de tarjetas de crédito, compras 'online' y 'bitcoins', la utilidad del papel moneda se antoja cada día más arcaica. Nada más lejos de la realidad. Basta con dar un paseo por la vitoriana calle Gorbea para viajar hasta el siglo pasado y volver a disfrutar con ese olvidado tintineo de las gastadas piezas en aluminio de cinco, diez, veinticinco, cien... 'Vuelve la peseta'. No es que el Banco de España las haya vuelto a emitir. Es el título de la tercera edición de la campaña que promueven desde la asociación de comerciantes de la arteria con el ánimo de «dinamizar el consumo y dar facilidades a los compradores que aún guardan ejemplares en sus casas».

«En estos tiempos de crisis, donde cuesta llegar a fin de mes, a muchos les puede suponer un dinero extra», apunta Víctor Manuel Ibáñez, presidente del colectivo que se encargará de trasladar lo recaudado al banco central nacional. Cuarenta cajas registradoras de otros tantos establecimientos, entre tiendas y bares, volvieron ayer a aceptar y engullir los rostros serigrafiados de Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Francisco Pizarro. A los conquistadores españoles se sumaba Juan Carlos I, que asomaba nuevamente desde billeteras como la de Antonio Guereta. «Pertenece a mi colección personal, y estoy valorando si me lo gasto en un abrigo nuevo», informaba acerca de su ejemplar de 10.000 'pelas'.

El color del dinero no era como el del drama de Paul Newman, sino de tonos verdes, rojos y grises, billetes que volvían a cotizar al alza en mostradores como el de la floristería Lilium. «Nos han pagado un centrito floral de Todos los Santos con uno de 2.000», refrendaba feliz la dependienta, Anastasia Dutca. Por su parte, en la factura del encargo de camisa más cazadora que despachaba Modas Ibáñez el importe se contabilizaba en 7.000. «El pago se hace en pesetas y devolvemos el cambio en euros». Una práctica que se alargará hasta el próximo 22 de noviembre, que es el plazo que tienen los vecinos del barrio así como el resto de vitorianos para romper huchas, cajas fuertes, fondos de colchones y demás alijos y dar así utilidad a esa calderilla.

Billetes desde 1936

Un par de zapatos, una lámpara o el pintxo-pote se pueden abonar en pesetas gracias a esta idea comercial que busca estimular aquellos monederos más agarrotados. «Aquí tenéis, 300 'perras' para chucherías», soltaba cariñosa la abuela Pilar Estarrona a sus tres nietos frente a la puerta de Gretel. Las tiendas cuentan con folletos informativos en los que se especifica qué ejemplares concretos pueden emplearse para pagar las compras. «Sirven las monedas que estaban en vigor cuando entró el euro». Sin embargo, «valen billetes emitidos desde 1936».

Los interesados en deshacerse de las unidades monetarias españolas, que desde su aprobación en 1868 funcionaron hasta 1999 para dejar paso al euro, «deben procurar apresurarse», avisan los comerciantes de Gorbea, ya que «podría ser el último año que se organiza esta campaña».

Fuente: El Correo

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